miércoles, 28 de diciembre de 2016

PEDRO VARELA, un hombre extraordinario

Para que triunfe el mal sólo es necesario que los buenos no hagan nada

Edmund Burke


Durante toda la historia conocida la humanidad ha sabido de tiempos álgidos y oscuros, pero siempre, sin excepción, se le ha regalado un puñado de hombres decididos, viriles, de arquetipos, capaces de cualquier privación y esfuerzo para librar el Buen Combate y enseñar con el ejemplo a resistir los embates de la pluriforme iniquidad. Hombres que lo han dado todo en beneficio de su comunidad y en pos de la Verdad, engendrando con su conducta nuevas generaciones de tercios y estoicos. 

El mal y el sufrimiento –aunque algunos no quieran entenderlo- tienen una utilidad y un sentido, y es probar la valía de cada uno en el paso de esta vida. Con libre albedrío, y tomando sus propias decisiones, va formando cada cual su derrotero. No podríamos apreciar la paz si no conociéramos los efectos devastadores de la guerra (aunque en ciertos casos la guerra puede hacerse para preservar o recuperar la paz). No podríamos admirar la belleza, el bien y el esfuerzo –y el valor de las cosas- si todo nos fuera dado gratuitamente. No podríamos valorar el coraje y la libertad, ni seríamos capaces de separar la paja del trigo, si este fuera el mundo que pretenden los utópicos pacifistas.

La vie est belle, como dicen, pero también es una lucha constante del ser humano contra los bajos instintos y su congénita y natural inclinación hacia el mal (estado reversible, por cierto). En origen y esencia, todos los hombres son iguales. Pero son sus decisiones durante el transcurso de su existencia que separa a unos de otros, poniendo a cada uno en su justo lugar.

martes, 29 de noviembre de 2016

EL MITO DEL PERÓN HISPANISTA 

(O LA AYUDA ENVENENADA A ESPAÑA)

Por Cristián Rodrigo Iturralde

Habiendo concluido recientemente un trabajo sobre las dulces y aceitadas relaciones entre el extinto líder justicialista, Israel y el sionismo, hube de referirme forzosamente también -a fuer de trazar un cuadro comparativo- al carácter de la vinculación que mantuvo Perón con España, y a sus motivaciones. 

Investigando y analizando minuciosamente el asunto, queda clara la efectividad de ciertos relatos, mitos, que lograron sostenerse hasta la actualidad a pesar de su falsedad. Nos referimos a aquella leyenda rosa repetida urbi et orbi según la cual Perón y su régimen habrían sido férreos defensores de la línea histórica de la hispanidad y sus valores, pero fundamentalmente en lo referido a la supuesta filantropía peronista hacia la Madre Patria. Sin embargo, tal difundidísima aserción es equivocada (o a lo menos altamente cuestionable). Contrariamente al trato dispensado a Israel, la relación y los acuerdos con España dejaron bastante que desear.

Verán por qué lo decimos.

Suele creerse que España no existía para Argentina hasta que el líder justicialista se hizo del Poder Ejecutivo. Y lo cierto es que las amistosas relaciones comerciales entre ambos países habían comenzado ya a fines de los años 30´ (plasmado fundamentalmente en los acuerdos comerciales de 1940 y 1944), persistiendo durante sólo un par de años del gobierno peronista , terminando en pésimos términos . 


domingo, 20 de noviembre de 2016

¡FINALMENTE! 1492: fin de la barbarie y comienzo de la civilización en América, TOMO II (Unión Editorial, Buenos Aires, 2016).  Disponibles en librerías esta semana. O escribir a cristianrodrigo1492@gmail.com


lunes, 26 de septiembre de 2016

SAN MARTÍN, UN INTERROGANTE


Por Cristián Rodrigo Iturralde


       San Martín puede significar una influencia y símbolo positivo para las nuevas generaciones argentinas y americanas en general, hoy, a 200 años de consumada nuestra independencia, y habiendo obtenido legitimidad de ejercicio como nación. Si nos guiáramos por lo que se cree que fue, entonces sin dudas que el denominado Libertador de América se presenta como un hombre a reivindicar, máxime en estos tiempos de orfandad intelectual, desinterés patriótico, refulgente inmoralidad, venerado inmanentismo, desmesurada exaltación relativista y furibundo anticristianismo.

       Pero mal haremos en engañarnos en tan delicado asunto. Por más antipático que pueda resultar, por más consciencias y corazones que se constriñan, la verdad debe prevalecer ante todo. Y lo cierto es que –lo adelantamos- existen innegables y sugestivos claroscuros en su accionar político, y más de una cuestión de otro orden atendible de alguna consideración, que llevan a empañar aquella impoluta y angelical imagen signada desde vetustos textos escolares y algunas líneas de pensamiento.

viernes, 9 de septiembre de 2016


PRÓLOGO

1492: Fin de la barbarie y comienzo de la civilización en América. Tomo II



        El autor me ha pedido que prologue el presente libro, continuación de aquel 1492. Fin de la barbarie, comienzo de la civilización en América, publicado exitosamente hace apenas dos años.

        Debo decir que ha sido de un enorme fruto su lectura pues, amén de estar redactado didácticamente para nosotros, los poco-lectores del siglo XXI, se encuentra cuidadosa y apabullantemente documentado, conforme a las autoridades más sobresalientes en la materia.

        Y ha sido un placer corroborar, a lo largo de sus páginas que los hijos que hoy habitamos estos pueblos americanos hemos ido con el tiempo y luego de mucho trabajo, adquiriendo las virtudes de nuestros antepasados y quitándonos poco a poco el yugo que el conquistador español había traído con “la cruz y la espada”. Quiérase o no, cada día que pasa y según el progreso que marca la historia, nos encontramos más cerca de aquella idílica civilización que fue la precolombina, espejo donde debemos mirarnos y fuente de toda razón y justicia.

        Es a partir de la lectura del presente libro, que uno termina de despojarse de aquella vetusta concepción cristiana y occidental que se nos impuso desde Colón y que choca a diario contra nuestro ADN precolombino al cual volvemos una y otra vez según el orden preestablecido.
        Ha sido un gozo el corroborar que en tiempos antiguos, aquí se hacían, al igual que ahora, perforaciones corpóreas, deformación de nuestros miembros, e incluso lobotomías y lavados de cerebro. El piercing, el tatuaje y la mutilación que hoy toda persona civilizada practica, no son sino la prueba de ello.
Y ha sido un placer el saber que la prostitución, la promiscuidad sexual, la embriaguez y otras virtudes endémicas de aquellos hombres, subsistieron con el tiempo, derrotando lo que ni curas ni monjas pudieron hacernos olvidar. ¡Ni qué hablar de la teoría del género! ¡Si raritos somos todos hoy! ¿Quién hubiera pensado que la homosexualidad y el travestismo ya eran prácticas comunes voluntarias o involuntarias? Hoy no hacemos otra cosa que volver a los orígenes.

        La pedofilia indígena que el autor se encarga de narrar, deberá ser bien entendida pues aún no hemos llegado a aquel grado de entendimiento humano; se trataba simplemente de una amorosa clase práctica de educación sexual, sin los tabúes que luego occidente traería. Lo mismo habría que decir de la zoofilia practicada por nuestros mayores: eran simplemente pet friendly.

        En cuanto a los alucinógenos y enemas rectales ampliamente difundidos, hoy podemos decir que hemos vuelto a ellos, aunque con métodos más profilácticos y menos placenteros, mal que nos pese. Y sobre la perforación o agrandamiento del miembro viril masculino o la ablación femenina involuntaria, no puede negarse que nos encontramos más avanzados. Es que en la actualidad, cuando hemos logrado dejar de pensar con la cabeza para dar lugar a nuestros genitales, resulta hermoso el saber que uno puede ya aparearse con quien desee sin aquel complejo de la fornicación española del “uno con una” y “una con uno”.

        Sí debemos alertar al lector que, al llegar el capítulo referido a la mujer indígena, podrá quizás alguno pensar que no hemos avanzado demasiado; no es así. La utilización femenina, la denigración de la mujer y la esclavización sexual, se dieron como una propedéutica de nuestros ancestros para que hoy nosotros, pudiésemos luchar por sus derechos. Pues, ¡sin abusos no hubiesen existido las marchas feministas! Todo estaba pensado.

        Respecto a los sacrificios humanos y a las prácticas genocidas que el autor nos narra, no habrá que entenderlas según nuestros estereotipos: eliminar poblaciones enteras era sólo control demográfico o selección natural, para lo que ayudaba tanto el canibalismo como la antropofagia que deberían volver poco a poco, especialmente contra algunos católicos-fachistas que aún nos resistimos a toda clase de intolerancia anti-intolerante.

        Vaya entonces nuestra felicitación al autor que ha tenido la valentía de encarar uno de los tantos temas históricamente incorrectos.

P. Javier Olivera Ravasi
4/09/2016

sábado, 23 de enero de 2016

La hecatombe naranja -Holanda: La hija dilecta de Herbert Marcuse-

La hecatombe naranja

-Holanda: La hija dilecta de Herbert Marcuse-


Por Cristián Rodrigo Iturralde

        Holanda, sabemos, se ha erigido hace décadas en cuna del progresismo mundial y en la campeona del relativismo moral; arquetipo de las naciones auto intituladas ¨modernas¨, de ¨vanguardia¨; ¨humanistas¨. Por antonomasia, la tierra del gran duque de Alba se ha convertido en destino y referencia obligada tanto de la seudo intelectualidad de salón (y sedicentemente rupturista) como del contestatario de a pie, de barricada. Digamos mejor, de todo aquel que ingenuamente, creyendo estar alejado del ¨political correctness¨, busca desesperadamente un mote que le haga olvidar por un instante su monolítica existencia y lo eleve –al menos por un segundo- al nunca mejor estimado pedestal de ¨hombre kool¨. Una retórica meramente pour la gallerie que raramente logra una coherencia en la praxis; pues quiera o no -y muy a su pesar-, el libertario no tiene cara de sambenito sino de verdugo rentado por el poder fáctico de turno; sórdido y sombrío ejecutor que no cede ni ante la evidencia empírica ni a sólidos argumentos de tenor humanitario (cuales se jacta de defender).

Evidente  y ¿paradójicamente?, el otrora vitoreado Kant les ha quedado incomodo y obsoleto conforme iba avanzando la ciencia. La desprolija y excesiva utilización de sofismas y absurdos los ha dejado tan expuestos que actualmente, como nunca antes, necesitan imperiosamente del andamiaje o corpus jurídico para imponerse; urgen de los medios que tanto criticaron al ancien regime: la persecución y criminalización ¨del otro¨, del ¨distinto¨, del ¨disidente¨. Creo que ésta es la mejor prueba del inevitable fracaso de su empresa, o al menos, de la fragilidad e irracionalidad de la misma. Algo que, por cierto, ya presagió el tan citado y poco leído Ortega y Gasset cuando advertía que ¨el relativismo es una teoría suicida, pues cuando se aplica a sí misma se mata. La mayoría de las veces el relativismo es una especie de pose académica; una cómoda evasión de la realidad¨ (sin dudas hay mucho de chic en estas posturas, como veníamos refiriendo).

            Pues en los tiempos que corren, lo verdaderamente revolucionario (en su sentido estricto), lo verazmente contracorriente, es defender y promulgar los valores trascendentes y verdades inconcusas; realizar casuística, evitar los argumentos falaces, realizar distinciones; discernir, descartar: pensar. Lo viril en nuestros días es estar dispuesto a expresar una opinión oportuna e inoportunamente, aun al costo del ostracismo al que nos someterá de seguro la condena social que trae aparejada el ¨Pensamiento Único¨ y sus escribas (¨mercaderes del pensamiento manufacturado¨, en ajustada definición de nuestros grandes maestros).