Mentiras indigenistas sobre
Ceferino Namuncurá
Por Federico Gastón Addisi
La decisión de la Iglesia Católica ,
a través de Su Santidad Benedicto XVI de declarar Beato a Ceferino Namuncurá, durante el pasado
año, dividió a la comunidad aborigen respecto de la opinión que este suceso les
merecía.
Mientras gran parte de los
aborígenes sintieron una profunda alegría, hubo otro sector que levantó las
peores falacias históricas para denostar tan santo y feliz episodio. Como
muestra de este último grupo se puede mencionar al Sr. Jorge Nahuel, titular de
la Dirección
de Pueblos Originarios de la
Secretaría de Ambiente de la Nación y responsable de la Coordinadora de
Organizaciones Mapuches. El mismo expresó hirientes y falsos argumentos en
contra de la beatificación, que nos dan lugar a refutar por su intermedio, las
mentiras indigenistas sobre nuestro querido Ceferino Namuncurá, como así
también, señalar verdades que por el contrario se ocultan.
Sobre el tema dijo el nombrado
Nahuel: “Para nosotros es un acto de manipulación del Vaticano: toman una
figura simbólica para propaganda con una cosmovisión totalmente distinta del
pueblo mapuche”, y consideró que Ceferino “es un símbolo de una persona
arrancada de su tierra y su familia por la Iglesia , que lo terminó llevando a Roma, pero
murió a los 18 años de tuberculosis, una de las enfermedades contagiadas a los
pueblos originarios por soldados y misioneros”.
Hasta aquí la falacia
indigenista, ahora la verdad histórica.
Primeramente debemos señalar que
las investigaciones y observaciones que la Iglesia ha efectuado sobre la vida y obra de Ceferino, son de muchos años atrás (luego de
años de investigaciones eclesiásticas, en 1972 el Papa Pablo VI dictó el
decreto de Heroicidad de Virtudes y declaró Venerable a Ceferino) y recién
después de 35 años, en 2007, el Papa Benedicto XVI declaró a Ceferino Namuncurá
Beato. El sentido común lleva a la conclusión de que por la seriedad y el
tiempo que llevó la “manipulada” beatificación esta no fue tal sino un
verdadero acto de amor y reconocimiento de parte de la Iglesia para con uno de
sus hijos. Y si lo expuesto no basta, cabría preguntarle a los indigenistas que
hablan de “manipulación” ¿por qué la
Iglesia no declaró Santo a Ceferino en lugar de la “menos
marketinera” figura de Beato?
En segundo lugar, se dice que se
eligió a un “figura con una cosmovisión totalmente distinta”. Esto tampoco es
cierto porque gran parte del pueblo de Ceferino, al cruzar de Chile hacia la Argentina (hacia 1830),
fue convirtiéndose a la fe católica. En especial, esta conversión tuvo lugar
por la acción realizada por los salesianos en la región de Aluminé, donde hasta
el mismísimo Jefe de la tribu, Manuel Namuncurá recibió la Confirmación y la Primera Comunión ,
y su tribu fue catequizada y bautizada. Monseñor Juan Cagliero refirió que en
aquella jornada el cacique, con júbilo, iba diciendo: “yo muy contento, yo
vivir cristiano, mi familia también, yo buen argentino, y mi gente queriendo
ser cristianos todos; ahora poder morir feliz, morir ahora buen cristiano”.
Años antes (exactamente el 24 de diciembre de 1888) el Padre Domingo Milanesio,
misionero conocido como “el apóstol de los aborígenes”, había bautizado al hijo
del cacique y de Rosario Burgos: Ceferino Namuncurá. Todo esto parece ser
desconocido, u omitido maliciosamente
por los indigenistas que se empeñan en negar la cristianización y el mestizaje
que sufrieron al mezclarse con “el hombre blanco”. Por supuesto no
desconocemos que debe haber un
importante número de aborígenes que aún mantienen sus antiguas creencias
religiosas, pero esto no autoriza a hablar de cosmovisiones totalmente opuestas
en un lenguaje dialéctico donde se enfrenta al cristiano con el aborigen.
En tercera instancia, decir que
Ceferino “es un símbolo de una persona arrancada de su tierra y su familia por la Iglesia ” es una patraña
digna de ignorantes. Es célebre, y se encuentra en todas las biografías sobre
Ceferino la frase que este pronunciara a su padre teniendo sólo 11 años,
pidiéndole que lo lleve a Buenos Aires a estudiar, porque —le dice— “quiero ser
útil a los de mi raza”. Ante dicho pedido, el viejo cacique Namuncurá lleva a
su hijo a la ciudad de Buenos Aires en donde a instancias del General Luis
María Campos, ingresa en los Talleres Nacionales que la Marina tenía en Tigre.
¿Dónde esta el despojo de la
Iglesia “arrancando de su tierra y su familia” a Ceferino?
Esta vida no resultó del agrado de Ceferino quien pidió nuevamente a su padre
que lo cambie de lugar, y es por intermedio de su padre que él ingresa en 1897
en el Colegio “Pío IX” del barrio de Almagro. En 1898, luego de prepararse a
conciencia, Ceferino recibió la Primera Comunión en la Iglesia Parroquial
de San Carlos, y un año después, la Confirmación. Su devoción por Nuestro Señor y por
la Iglesia Católica
era tan grande que su conducta era digna de ser imitada. Muestra de esto es la
carta que a continuación reproducimos.
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¡ Viva Jesús, María y José!
Viedma, junio 23 de 1904.
R. P. Juan Beraldi, Pbro.
Cumplo con el deber de amor y
gratitud que debo a V. R. por medio de esta humilde cartita. Mañana es el día de su onomástico, día de su
santo protector muy querido, San Juan Bautista.
Quisiera ser un gran orador para
demostrarle mi mucho agradecimiento, pero no lo soy y aunque lo fuera no
bastaría para cumplir y satisfacer todo entero su amor, benevolencia y cariño
que hacia mi humilde y pobre persona tiene V. R. ¿Podré yo numerar los favores
que día a día me hago deudor, especialmente los favores espirituales de vuestra
Reverencia?
Ciertamente, que no, es
imposible. Y ¿qué haré? ¿Le regalaré muchos dineros? No. ¿Muchas y grandes
extensiones de campo? Tampoco. ¿Muchos animales de todas clases? Menos, porque
ninguno de esos bienes poseo. Acudiré a Cosas Superiores. ¿Haré la Santa Comunión por
vuestra Reverencia? Sí. ¿Muchas oraciones? Perfectamente.
Esto me contesta mi ángel
Custodio. Y me sugiere que lo segundo le agrada mucho más a su reverencia que
si le hubiera dado todos los primeros.
Reciba, amadísimo Padre, mis
felicitaciones, muchas prosperidades y bendiciones del Todopoderoso y El se
digne concederle muchos años de vida para bien de la humanidad.
Agradézcole de todo corazón por
los preciosos regalitos de crucifijos, medallitas, estampitas y demás chiches
que me dio a manos llenas en este corto tiempo que está en esta santa casa.
Preséntole al mismo tiempo los
agradecimientos de mi pobre familia que habita en Junín de los Andes por los
favores espirituales que V.R. dignóse hacerles en el año 1901 estando en
Misión. Ruégole filialmente que no se olvide en sus fervorosas oraciones en
modo especial en la Santa
Misa.
A este su humilde hijo en Jesús y
María.
Ceferino Namuncurá
N.B: - Pase muy buena fiesta.
¡¡¡ Viva San Juan Bosco!!!
*Artículo de Federico Gastón Addisi. Cfr.
https://sites.google.com/site/federicoaddisi/articulos/hispanidad
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