“¿ Fue mártir el Padre Mugica ?” ó
“El Padre
Carlos Mugica, a 40 años de su muerte”, ó “Padre Carlos Mugica ¿ mártir ?” (o
lo que te parezca)
Por José María Sacheri
El 11 de mayo
de 1974 caía asesinado el sacerdote católico Carlos Mugica. Su personalidad es
verdaderamente muy controvertida. Tal vez de las más discutidas de los últimos
cincuenta años, porque tuvo un cambio muy importante en su actitud de vida,
bastante poco tiempo antes de su muerte. Pero especialmente por que hay
intereses políticos e ideológicos parciales y falsos para que “siga siendo” lo
que no fue después de lo que perfectamente podemos llamar “su conversión”.
Conversión que fundamos en un cambio radical de la defensa que él hizo de la
violencia armada, como modo de conquista del poder para alcanzar una patria
socialista; a la crítica de la violencia y defensa de la paz. Conversión a la
prédica y ejemplo de la paz, y a la detestación de la violencia armada, aspecto
frecuentemente silenciado por quienes se dicen sus defensores. La palabra
“mártir” significa “testigo”. El que muere mártir es testigo de la fe católica.
Y se considera que alguien alcanzó las palmas del martirio por haber sido
testigo fiel de Dios en alguna modalidad que, incluso, puede llegar a ser la
defensa de una virtud, que no necesariamente sea religiosa; como el caso de
María Goretti, Mártir y Santa que murió por defender su virginidad y castidad,
que es una virtud que excede claramente a la fe cristiana y anterior a ella.
Claro, muchas veces la gente usa la palabra mártir en sentido análogo e
impropio. Y muchísimas veces se invoca el término con sentido erróneo, como
cuando se atribuye el martirio a alguien que murió por razones completamente
ajenas a la fe cristiana, o a la virtud. Si nos atenemos a la generalidad de
las manifestaciones respecto del P. Mugica, es nuestro caso. Mucha gente,
incluyendo varios clérigos, -la mayoría sin tener una nimia idea de lo que es
el martirio- le atribuye el martirio al P. Mugica por razones exactamente
inversas a las que podrían permitir que hubiera alcanzado el martirio según
nuestro modo de ver su vida. Y San Dimas, el buen ladrón que se arrepintió al
ser crucificado junto a Jesús, nos marca el camino en ese sentido.
Una gran
mayoría de la que predica el martirio de Carlos Mugica, también lo predica
respecto de los padres Murias y Longueville (asesinados en 1976 por grupos
militares en La Rioja, acusados de haber colaborado con grupos guerrilleros),
como también se lo atribuyen a Mons. Angelelli de quien dicen
injustificadamente que fue asesinado, cuando objetivamente no hay pruebas en
ese sentido, más allá de que hubiese sido amenazado y hasta hubiesen existido
actos preparatorios de su homicidio por parte de militares, o de la muerte de
los sacerdotes palotinos, a manos policiales el 4 de julio de 1976 en evidente
venganza por una bomba puesta por los Montoneros dos días antes y que mató a 24
personas. También se dice de varias otras personas que, aún cuando se probase
que fueron efectivamente asesinados, no hay el más mínimo indicio de que
hubiesen muerto por el odio a la fe de sus asesinos, que en ellos veían la
encarnación de la fe, como es el caso de los mal llamados “Mártires de Trelew”
(grupo de 16 guerrilleros muertos en la prisión naval de Trelew, el 22 de
agosto de 1972, donde habían sido detenidos una semana antes, luego de fugarse
del penal de Rawson, habiendo asesinado en su huída a Juan Gregorio Valenzuela
del servicio penitenciario).
El P. Mugica pasó de predicar la violencia como
modo de liberación de los oprimidos hasta mediados de 1973, a repudiar la
violencia y cambiar sus ideales para transformarlos en pacíficos hasta su
muerte. Sin embargo, éste no es el único aspecto relevante de su vida; casi
todos controvertidos.